lunes, 6 de agosto de 2007

Somos lo que (no) comemos

Enviado el viernes, 03 de agosto de 2007 11:34

La ciencia de la alimentación lleva años bombardeando a los consumidores con información sobre los efectos de ciertos alimentos en la salud. Lo que muchas de estas investigaciones vienen a decir es que una cosa es alimentarse y, la otra muy distinta, nutrirse.

MARTA CHAVARRÍAS
Y en ello se centran muchos de los estudios que se publican, es decir, en determinar cuáles son los ingredientes que ayudan a reducir el riesgo de contraer enfermedades, como por ejemplo la obesidad, o cuáles son las sustancias que pueden suponer un riesgo para la salud.

Los avances en investigación alimentaria van resolviendo algunos de los retos que plantean los cambios de hábitos de los consumidores, como conocer las incidencias de los nuevos alimentos (los funcionales o los que contienen transgénicos) e, incluso, controlar la epidemiología de las alergias alimentarias. Una de las últimas novedades en investigación alimentaria es el concepto dual que plantea la nutrigenómica, o dieta personalizada, que funde en una disciplina nutrición y genética. Alimentos y genes. ¿Por qué esta dualidad? Porque con esta unión la dieta podría, en determinados casos, llegar a constituir un tratamiento complementario.

Con la combinación de tecnologías de genómica funcional, la bioinformática y la biología molecular, además de otras técnicas epidemiológicas, bioquímicas y nutricionales, la nutrigenómica podría ayudar a desarrollar, por ejemplo, alimentos funcionales que tuvieran en cuenta el impacto de nutrientes sobre el control del peso corporal. A mediados de 2006, expertos de la Universidad de Munich se mostraban aún cautelosos ante ciertos resultados, aunque ya destacaban los beneficios de engranar la investigación genética con la ciencia de los alimentos. En la UE esta disciplina cuenta con una importante plataforma de investigación, la red NuGo, enfocada en la prevención de enfermedades crónicas a través de la interacción de los nutrientes en el organismo a nivel génico, proteómico y metabolímico.


Alimentos funcionales, ¿una necesidad?

Las nuevas líneas de investigación en el ámbito de la nutrición y de la salud han llevado también a los alimentos funcionales, a los que se ha añadido (o eliminado) uno o varios nutrientes y modificado su biodisponibilidad. Todo ello coincidiendo con el cada vez más creciente interés de los consumidores entre dieta y salud. Nacido en Japón en los años 80, el término functional food hace referencia a una función beneficiosa sobre el organismo de las personas. Según la clasificación japonesa, Foods for specified health use (FOSHU , Alimentos para Uso Especifico en la Salud) se refiere a «alimentos para uso específico de salud».

De nuevo una interacción, la de alimentos y medicina, acepta el papel de los nutrientes en el equilibrio de la salud. Betacarotenos en frutas como antioxidantes, ácidos grasos monoinsaturados en nueces para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, antiocianidinas en cerezas para fortalecer las defensas antioxidantes de las células o lactobacilos en yogur para mejorar la salud gastrointestinal son algunos de los componentes funcionales que más favores han recibido. Con todo, nutricionistas y dietistas advierten que los alimentos no curan por sí solos, lo que es saludable es seguir una dieta equilibrada que lleve incorporados todos los nutrientes necesarios. Y es que a pesar de que los criterios científicos que avalan esta relación son numerosos, aún son necesarios más estudios que lo ratifiquen, admiten los expertos.


A vueltas con las alergias alimentarias

Una de las referencias más claras de la investigación ha ido encaminada determinar los alimentos más implicados en la aparición de alergias alimentarias. En España, los casos de alergia se dan sobre todo por el consumo de leche y huevo, que afectan especialmente a la población infantil. Uno de los motivos que explicaría que en los últimos 15 años se haya duplicado el número de personas que sufren algún tipo de alergia alimentaria es la introducción de nuevos alimentos en la dieta diaria. Esta tendencia ha llevado a plantear evaluaciones de riesgo alérgico antes de introducir alimentos, como las frutas exóticas.

Reflejadas sobre todo con la aparición de urticarias, las reacciones a alimentos se evitan, únicamente, evitando el consumo del alimento y sus derivados. En un estudio publicado hace unos días en Journal of Allergy and Clinical Immunology, expertos británicos aseguraban haber hallado una molécula, conocida como interleuquina 12, capaz de proteger contra las alergias alimentairas. Según la investigación, esta molécula contiene unas células que ayudan a regular la respuesta inmunitaria del organismo frente los cuerpos foráneos, como las proteínas de los alimentos. La investigación refleja cómo una proteína, que puede ser muy dañina para una persona, es inofensiva para otra.

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